¿Robots cotizando en la Seguridad Social?
Los robots han ido perfeccionándose desde la invención de la imprenta en el siglo XV. Al igual que la imprenta, los robots han traído cambios en el mundo laboral. Cambios buenos. Y en el futuro traerán muchos más. La inteligencia artificial de los robots, cada vez más sofisticada, nos trae oportunidades, mejoras en la calidad de vida, logros y posibilidades infinitas.
Pero hay gente que, ante tal expectativa, tiene miedo. Miedo al progreso. “Los robots van a destruir empleo” dicen muchos… ¿Qué solución plantean? Que los robots coticen en la Seguridad Social.
Lo que parece una broma se va convirtiendo en algo serio (un poco como la candidatura de Trump a la presidencia de EEUU). En mayo de 2016, el Parlamento Europeo presentó un informe que solicita que a los robots se les consideren “personas electrónicas”. Personas. Personas con derechos y obligaciones… ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
La explicación es sencilla: Un estudio del Foro Económico Mundial ha predicho que en 2020 los robots habrán “destruido” 5 millones de empleos. Ante este dato, la Seguridad Social (que en 2016 ya suma 4 años seguidos en déficit) se da cuenta que, de ser así, no habrá nadie para pagar las pensiones. Pánico automático. ¿Qué se le ha ocurrido a Pepe Álvarez, Secretario General de la UGT, para solucionar el problema? Que los robots coticen en la Seguridad Social. Así se compensaría la “destrucción de puestos de trabajo”, según él.
Antes de seguir escribiendo quiero aclararte una cosa, querido lector:
Esta llamativa iniciativa tiene argumentos a favor y en contra:
A favor |
En contra |
Es necesario para mantener el estado de Bienestar | Se desincentiva el gasto en I+D |
De no hacerlo, los nuevos trabajos serán de menores sueldos y más precarios. | Se ralentiza la modernización de la industria (Europa se quedaría atrás en la carrera tecnológica) |
Así se atenúa el posible efecto de disminución de la oferta de puestos de trabajo | Los robots no quitan empleo. Simplemente se trata de un cambio de roles que ya se vivió, por ejemplo, durante la revolución industrial |
Si cotizaran, los robots también podrían exigir derechos laborales |
En mi opinión afirmar una cosa como esta es, sencillamente, absurdo.
En primer lugar porque cotizar significa que tener obligaciones y derechos. Si un robot contribuye a la Seguridad Social, debería gozar, en consecuencia, de los derechos básicos como trabajador: Derecho a la huelga, Derecho a sindicalizarse, Derecho a vacaciones, Derecho al paro si se avería y no puede trabajar, Derecho a un salario mínimo, Pensión, etc. Lo que veo aquí es un intento de disfrazar un nuevo impuesto a las empresas, porque serán ellas las que tendrán que pagarlo. ¡Como si no hubieran pagado ya suficientes impuestos por comprar y poder usar el robot!
En segundo lugar, se trataría de un gran desincentivo la inversión en tecnología en España. ¿Quién va a pagar la cotización de este robot? ¿el fabricante, la empresa que lo alquila, la que lo usa en su fábrica? Además, si el robot cotiza en la Seguridad Social, debería ser ésta la que se encargue de repararlo cuando se estropee. Pero no parece que sea esa la idea. Que lo pague el empresario, que para eso gana dinero ¿no? En lugar de incentivar y subvencionar la modernización de la industria, se proponen trabas como estas. Luego nos vendrán con noticias del tipo “España es de los países que menos invierten en I+D de toda Europa”.
Por otro lado, el dato de que “se destruye empleo” no está demostrado. El empleo se transforma pero no se destruye. No hay una correlación demostrada entre el aumento de robots y la destrucción de empleo. Como ejemplo, Patrick Schwarzkopf, director general del departamento de robótica de VDMA, afirma que entre 2010 y 2015 el número de trabajadores en la industria automovilística alemana se incrementó un 13%, a pesar de que los robots industriales aumentaron también un 17%.
Por último, los robots no pueden cotizar en la Seguridad Social porque no son personas ni trabajadores, son máquinas. Esto es algo que no se debe olvidar. Empezar a llamarlos “personas electrónicas” es una locura porque supone abrir la puerta a situaciones extremas. Como el caso de una mujer francesa que quiere casarse con su robot. Que se lo pregunten a los guionistas de Futurama o de Westwolrd…